jueves, 8 de noviembre de 2012

Conversando con mi madre




Como siempre al estar en aquel lugar tan hermoso
que pensamos para nosotras en algún momento,
me hace ver la maravilla del significado 
al poder concretar cosas tan simples y tan intensas a la vez.

Aquí me encuentro, y me siento completamente feliz
al encontrar estas señales de que alguien más estuvo aquí,
que alguien mas pensó en ti.

Acabo de comprobar
que aquellas palabras que me regalaron en cierta oportunidad,
fueron, son y serán total y absolutamente una imborrable verdad.

Como dijiste en innumerables ocasiones
"éramos tan sólo tú y yo"
en ese andar de pequeña siempre oí aquello que tu boca decía
y que ahora con el pasar del tiempo ratifico
"éramos tan sólo tú y yo".

Este amor y admiración
que sentimos la una por la otra era inmenso,
los logros de cada una eran el orgullo de la otra
¿habrá amor como este aún después de la muerte?
me atrevería a decir que sí, porque aún amo todo lo tuyo
y permaneces viva en todo momento de mi vida.

Existe un conjunto de virtudes propias de tu persona
que están plasmadas en mi ser
y que inconscientemente se transportan a una nueva generación.

Tú estás presente aquí, ahora, en el ambiente, en mi corazón,
la huella que dejaste en mi vida es muy intensa,
maravillosa y profunda.

Siento una serenidad y una convicción
de que jamás nos separaremos,
todo lo nuestro es mágico, si, ¡mágico!
por que a pesar del transcurrir imparable del tiempo,
de las diferencias de dimensión
y de los múltiples obstáculos que se puedan presentar
aún estamos unidas
y como lo dijimos en innumerables ocasiones
"unidas hasta en la eternidad".

Te amo dulce corazón, valiente como no hay igual,
imponente y brillante como el diamante más preciado,
fuerte como el roble de aquellos paisajes de tu infancia,
maravillosa como esos lugares de mi tierra,
obstinada como yo, regalona y consentida
y por sobretodo amada, considerada y respetada.

(Derechos reservados Marisol Fuentealba C.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario