domingo, 1 de abril de 2012

Dolor

                           Alfonsina Storni
Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar,
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.
Ser alta, soberbia, perfecta quisiera,
como una romana, para concordar
con las grandes olas, y las rocas muertas,
y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento, y los ojos fríos,
y la boca muda, dejarme llevar;
ver como se rompen las olas azules
contra los granitos, y no parpadear;
ver como las aves rapaces se comen
los peces pequeños, y no despertar;
pensar que las frágiles barcas
hundirse en las aguas, y no suspirar;
ver que se adelanta, la garganta al aire,
el hombre más bello, no desear amar ...
Perder la mirada distraídamente,
perdela y que nunca la vuelva a encontrar.
Y figura erguida entre cielo y playa,
sentir el olvido perenne del mar.

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