martes, 21 de febrero de 2012

Elegía Sencilla

Se recoge el alma

Tenía blanco el cabello,
tenía la barba blanca,
y una dulzura de amor y de ensueño la mirada.

Tenía pálido el rostro,
tenía las manos pálidas;
se fue una tarde
y ya nunca más se oyeron sus palabras.

No se oyeron más sus pasos
en los patios de la casa,
ni lo han visto más sus perros
que sollozando lo aguardan.

Abandonado quedó el bastón que acostumbraba,
nostálgico de esas pródigas manos que ya no se alargan.

Pero aun en esas tardes en que se recoge el alma,
en todo hay como una sombra trémula que se agiganta.

Cuando se iba ya,
dejó en el campo la mirada tan honda y triste,
que aún está congelada en lágrimas . . .

¡Tenía blanco el cabello,
tenía la barba blanca . . . ,
tenía pálido el rostro,
tenía las manos pálidas!.
                                   (jgb)

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