Me asomo al espejo
para encontrar conchos de luna claros
en el azogue.
La imagen me devuelve
una silueta espesa
que no forma racimo.
Tiendo mi mano
para tocar un ser perdido
en vaho de aliento.
Lo limpio con un pañuelo blanco:
vacío está el espejo.
Yo me he ido.
(le)
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