Me recuerdo los grises
cabellos de mi abuela
meciéndose en la silla.
El sol los mordía
como si fuese fuego.
La tarde se colgó
del cristal de los ojos
y mi abuela quebraba su día.
Me afligía en mi carne
delirando en los sueños
y ceñidos llevaba
los jadeantes cabellos.(ig-ch)
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