Hay momentos en la vida
en que uno desea escapar de la adversidad,
busca salidas y no las encuentra o
sencillamente no las ve.
Tiempo atrás la tristeza me enfermo enormemente,
a tal punto que llegué a creer que moriría,
a raíz de aquello
busqué a dos amigas de infancia
que habían marcado de buena manera a mi vida,
el tiempo nos había distanciado,
pero yo sabía donde vivía una y fui donde ella
y a la otra la ubiqué por Internet.
Ha pasado el tiempo y miro hacia atrás,
miro aquellos momentos de infancia,
de colegio y universidad que compartimos,
y me siento contenta de haber podido gozar de la amistad sincera,
afectuosa, cómplice, sencilla, hermosa y verdadera.
Hoy cada una a formado su propia familia,
viviendo en ciudades diferentes,
pero a pesar de aquella distancia,
siento que existe esa cercanía,
ya que cuando hablamos o chateamos
nos transportamos y volvemos a esos años de eterna fraternidad.
Me doy cuenta que para ganar a la adversidad
sólo basta acompañarse del amor y la amistad.
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