Árbol que, como el hombre, te alimentas de lodo,
pero que alzas al cielo los brazos retorcidos
y apretado a tus ramas mantienes alto todo
lo que amas: hojas nuevas, botones, flores, nidos.
. . .
Árbol,
tu sombra a todos protege;
tu perfume por el amor del viento se puede disfrutar
pero el hombre en sus ansias de darse,
se consume por ofrecer un bien que no se puede formar . . .
Buscándolo,
recorre los valles;
su destino oscuro les hace ser eterno vagabundo,
y tu, inmovilizado junto a cualquier camino,
le dices que encontraste tu sitio en este mundo.
(jhb)
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