Soledad mía,
oh muerte del amor,
oh amor de la muerte,
que nunca hay vida,
nunca,
¡nunca!
sino sólo agonía.
En mis manos de fango
gime una paloma resplandeciente
porque el amor y el sueño
son las alas de la vida.
Me duele el aire...
Me oprimen tus manos absolutas,
rojas de besos y relámpagos,
de nubes y escorpiones.
Soledad de soledades,
yo sé que si es triste todo olvido,
más triste es aún todo recuerdo,
y más triste aún toda esperanza.
Porque el amor y la muerte
son las alas de mi vida,
que es como un ángel
expulsado perpetuamente.
(lca)
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