Ayer la furia de su ser
nuevamente fue volcada en su pequeña inmensidad,
su estado de vaivén y de irracionalidad
otra vez la hizo presa de sus malas palabras,
de sus sentimientos más siniestros,
y muy ocultos en el diario vivir.
Llegó,
luego de su paso por la botillería,
abrió la puerta principal y entró sigilosamente
pero en medio de la obscuridad
tropezó con los muebles de la sala,
no importándole el ruido que provocaba
a esas horas de la madrugada
siguió su camino hasta la habitación matrimonial,
se acostó casi vestido y comenzó a molestar a su mujer,
ella se encontraba dormida y entre sueño hacía caso omiso a la insistencia de su marido en un principio,
pero luego de tantas malas palabras,
palabras hirientes,
manotazos y persistencia
tuvo que acceder callada,
con asco,
con dolor y
con demasiado miedo
ya que la irracionalidad y el uso de la fuerza
acompañado por el puñal puesto en su cuello,
sólo hacían que ella reaccionara
a todas las peticiones de aquel hombre,
hombre que se encontraba por sus actos
como un ente poseído.
Luego de varios minutos de dolor absoluto
y de tratos vejatorios
cesó ésta escena,
el cayó rendido y ella temerosa,
con temblor firme aún en su cuerpo
sólo lloraba, lloraba, lloraba preguntándose
¿por que me ocurre esto?,
¿por que debo soportar esta vida de sometimiento psicológico, físico y sexual?.
Y entonces se resignaba,
trataba de dormir con la única esperanza
de que la siguiente mañana fuera algo mejor,
pero en su corazón
sabía que no habría cambio en este hombre,
ya que era su forma habitual de relacionarse,
era un comportamiento tan arraigado en sí
que no permitía otro tipo de conducta;
ya que sin alcohol de igual modo era grosero,
prepotente, anodino,
cuando bebía uff!!! se producía un acento importante
en su ansia de poder absoluto sobre su mujer.
Alimentaba sus actos cada vez,
con más violencia,
con mucho más sadismo,
y ésta mujer cada día se omitía mas y más,
de apoco su autoestima
fue aminorándose hasta casi desaparecer,
entiendo (según sus palabras y actos)que aún quedaban algunos destellos de lo que fue en algún momento,
era tanto su calvario que incluso llegaba a pensar
que era ella quien daba motivos para tan crueles tratos,
que era merecedora de los actos irracionales de su marido, sentía que los merecía
¡imagínate!
ha llegado a pensar que los merecía;
y ahora,
entonces nos preguntamos ¿realmente lo merecía?
cómo puede o podemos preguntarnos eso,
la respuesta es un rotundo ¡claro que no!,
nadie merece ser tratada con tanto desamor,
violencia, groserías, vejación, humillaciones entre otros.
La pregunta aquí es ¿hasta cuando soporto esto?,
¿hasta cuando lo permito? y la respuesta debiera ser
- soy persona y debo ser respetada,
soy merecedora de amor;
y luego la pregunta es
¿cómo hago entender a estas personas,
que son valiosas que pueden salir de éste círculo vicioso
que envuelve tanta violencia?
y luego digo
- sólo hay que tener ganas,
o en último caso
- por curiosidad vayamos a preguntar,
contemos nuestra historia y tal vez pidamos ayuda; buscando encontraremos una solución,
es cierto no será fácil,
pero al final del camino
encontrarán el amor que nunca debieron perder,
el amor por si mismas.
Aquí estoy yo,
puedo ser un gran aporte,
poco a poco iremos sanando tu historia,
recuerda "tu historia es única"
pero también es producto de un patrón común a las demás. Muchas, yo diría demasiadas mujeres lo viven día a día,
es un modelo general de comportamiento
que lamentablemente se ve incubado de manera casi imperceptible,
cada día es un poco más
hasta llegar al punto de nunca acabar.
Entonces ahora "manos a la obra"
por un día mejor
"voy a aprender a quererme y a respetarme".
(Derechos reservados Marisol Fuentealba Calvo)