Llegas a mi vida sigilosamente,
de manera casi imperceptible
te apoderas de mis sentimientos,
de mi vida
y con amor
te adueñas de mi amor.
Llegas a mi vida
y te instalas en mi alma
dejando nula opción a la desdicha,
tu amor es inmenso,
gigantesco
con ansias de crecer aún más cada día.
Aprendo a caminar de manera diferente,
tú me haz enseñado que ya no debo caminar sóla,
que debo caminar siempre a tu lado.
... el amor que me profesas es limpio,
sincero, inmaculado,
real.
Amor de mi vida,
de mis actos,
de mis sentimientos,
amor del amor que Dios me envió
te pido dulcemente
nunca abandones a este corazón.
(Derechos reservados Marisol Fuentealba C.)